Existe un extraño caso cuando de
repente y sin ninguna causa aparente el cuerpo humano arde hasta llegar a la
desintegración, aunque algunas veces solo quedan algunos huesos o partes del
cuerpo, lo más extraño es que los objetos que se encuentran alrededor de la
victima solo sufren ciertos daños.
Conocida como Combustión Humana
Espontanea (CHE) este acontecimiento sigue siendo un misterio para la ciencia
al no saber cuál es la causa principal que provoca que el cuerpo humano se
convierta en segundos en cenizas, esto debido a que pasan horas antes de que se
descubra la víctima y dado que no existe un testigo ocular es más difícil
identificar que pudo haber ocurrido anteriormente.
Hay ciertas características comunes que ocurren cuando hay un caso de
Combustión Espontanea:
- El
fuego suele estar localizado en el cuerpo de la víctima. Los muebles y electrodomésticos
cercanos a la víctima suelen quedar intactos. Los alrededores de la
víctima sufren poco o ningún daño.
- La
zona alrededor de la víctima y, a veces el resto de la habitación, se
encuentra cubierta de un hollín graciento.
- El
cuerpo de la víctima suele quedar mucho más quemado que en un incendio
convencional. Las quemaduras, sin embargo, no se distribuyen uniformemente
por todo el cuerpo. El torso suele quedar muy gravemente dañado, a veces
reducido a cenizas, pero las extremidades de las víctimas a veces quedan
intactas o poco dañadas.
- Todos
los casos ocurren en el interior de edificios.
- Casi
siempre las víctimas tienen algún problema de movilidad (invalidez,
sobrepeso...) o se encuentran incapacitadas (consumo de alcohol,
barbitúricos...).
- En
todos los escenarios hay alguna posible fuente externa de ignición.
- Nunca
hay testigos oculares del momento del suceso.
- Las
víctimas son encontradas un largo tiempo después de ser vistas con vida
por última vez (típicamente más de 6 horas).
- Las
víctimas, en los casos citados, tienden a ser adultos mayores.
Existen varias explicaciones rechazadas por la ciencia por considerarlas
improbables, solo dos hipótesis son por el momento aceptadas para explicar la
Combustión Humana.
EL EFECTO MECHA
A pesar del nombre de “espontánea”, lo
cierto es que nunca ha habido testigos presenciales del momento de la ignición
y en todos los casos con suficiente información transcurrieron varias horas
desde que la víctima fue vista por última vez y el descubrimiento del cadáver.
El efecto mecha fue propuesto por D. J. Gee en 1965 como explicación de la
muerte de una mujer.
El efecto mecha (o efecto vela) se
produce cuando la ropa de la víctima se prende con alguna fuente de ignición
externa. Si se dan las condiciones adecuadas, este primer fuego quema la piel y
empieza a derretir la grasa corporal. Esta grasa es absorbida por la ropa, que
actúa como la mecha de una vela, alimentando el fuego de forma constante
durante horas. La grasa humana arde a 215 °C aunque, si está embebida en
una mecha puede arder a una temperatura menor. Aunque esta temperatura es
mucho menor que la utilizada en hornos crematorios, en estos la temperatura
está optimizada para incinerar un cuerpo en poco tiempo, y temperaturas menores
pueden conseguir el mismo efecto si actúan durante bastante tiempo.
J. D. De Haan del Instituto
Criminalista de California, un experto forense en incendios y autoridad sobre
el efecto mecha, ha estudiado, explicado y reproducido el efecto con éxito y
divulgado sus experimentos en documentales para la BBC y National Geographic
Channel.
En el experimento de De Haan, un cerdo
fue envuelto en una manta y situado en una habitación simulada. Se vertió una
pequeña cantidad de gasolina sobre la manta para iniciar el fuego. Tras prender
la gasolina, los investigadores dejaron arder la manta por sí misma. La
temperatura del fuego fue medida regularmente y era de sólo unos 800 °C. A
medida que el fuego quemaba la piel del cerdo, su grasa subcutánea se derretía,
fluyendo hasta la manta. La médula ósea, que contiene gran cantidad de grasa,
también contribuyó al fuego. El mobiliario de alrededor no sufrió daños, aunque
se fundió la carcasa de plástico de un televisor situado sobre un aparador. El
fuego hubo de ser apagado manualmente después de siete horas, cuando la mayor
parte del cuerpo del cerdo había sido reducida a cenizas.
Con este experimento, los
investigadores de la BBC explicaron las siguientes características de la
combustión espontánea:
- El fuego
está altamente localizado: las llamas tenían menos de 50 centímetros de
alto, por lo que el fuego normalmente no se propaga a los muebles
cercanos.
- El
cuerpo resulta severamente quemado: el fuego, relativamente no muy
caliente, puede arder durante un largo periodo de tiempo, como ocurrió, al
ser alimentado por la propia grasa corporal de la víctima, lo que explica
por qué el cuerpo puede arder durante tanto tiempo.
- Los
electrodomésticos situados sobre aparadores o similares no se incendian:
el fuego calentó continuamente el aire y produjo una corriente de
convección, pero los objetos circundantes no se quemaron, fueron solamente
afectados como en los escenarios conocidos: derretimientos de plásticos,
etc.
FUEGO POR DESCARGA ESTATICA
Esta teoría afirma que bajo ciertas
circunstancias la electricidad estática sube hasta niveles tan peligrosos en el
cuerpo humano que una descarga en forma de chispa puede prender las ropas.
El límite inferior para que una
descarga eléctrica pueda ser percibida por un ser humano es de 3000 voltios.
Los fenómenos de descarga de electricidad estática son a veces la causa de
averías en componentes electrónicos, cuando estos son manipulados por un
operario con carga electrostática. Caminar por una alfombra puede crear una diferencia
de potencial de 1.500 a 35.000V.
Las descargas de electricidad estática
pueden prender los gases de hidrocarburos en las gasolineras, y son una de las
posibles causas de explosiones en las mismas que popular pero erróneamente se
creen causadas por las radiaciones de los teléfonos móviles. El 70% de estos
sucesos ocurren en un clima frío y seco, que favorece la carga de electricidad
estática.
El fenómeno de enormes cargas estáticas
en cuerpos humanos fue advertido por primera vez por el profesor Robín Beach
del Instituto Politécnico de Brooklyn. El profesor Beach creía que alguna
persona podía llegar a acumular la suficiente carga estática como para prender
materiales inflamables al contacto con su cuerpo. Aunque propuso esto como una
posible causa para los casos de combustión espontánea, Beach no creía que
hubiera una relación con la presunta combustión espontánea genuina, puesto que
ninguna forma conocida de descarga electrostática podría hacer que los tejidos
de cuerpo humano ardiesen. Sí creía que una descarga estática lo
suficientemente fuerte podía provocar la ignición de polvo o pelusa en la ropa.
John E. Heymer da en su libro The
Entrancing Flame dos ejemplos de supervivientes de descargas estáticas
potencialmente fatales, ambos con testimonios oculares. Los testimonios
aparecen como declaraciones escritas y firmadas, omitiendo algunos detalles
para preservar la intimidad de los testigos. Dichos casos son:
- Debbie
Clark, quien en septiembre de 1985 observó que ráfagas de luz azul
emanaban ocasionalmente de su cuerpo.
- Susan
Motteshead, quien en el invierno de 1980 sufrió un
incendio espontáneo de sus ropas, según el testimonio de su hija.
CASOS CONOCIDOS DE LA COMBUSTION ESPONTANEA
El primer caso conocido ocurrio en el
año 1673 en Paris, Francia, cuando un ciudadano anónimo y según parece
alcohólico, fue reducido a una pila de cenizas y unos pocos huesos de los
dedos, pero la cama de paja en la que murió quedó intacta.
La muerte de la condesa Cornelia Bandi,
de 62 años, acaecida en abril de 1731 cerca de Verona, es uno de los primeros
informes fiables de Che. Según parece, la condesa se había acostado
después de cenar y se quedó dormida después de conversar varias horas con su
doncella. Por la mañana, la doncella volvió a despertarla y presenció una
escena horripilante. La habitación estaba cubierta de hollín y el suelo
cubierto de un líquido pegajoso; de la parte inferior de la ventana goteaba un
extraño líquido amarillo y grasiento, que hedía de forma poco usual. La cama,
que no había sufrido daños, tenía las sábanas vueltas, indicando que la condesa
se había levantado. A un metro y medio de la cama había un montón de cenizas,
dos piernas intactas, con medias, entre las que yacían el cerebro, la mitad de
la parte trasera del cráneo, el mentón y tres dedos ennegrecidos. Todo el resto
eran cenizas que si se tocaban dejaban en la mano una humedad grasienta y
hedionda.
En Inglaterra el cuerpo de la Sra.
Peacock fue descubierto cuando a las dos de la madrugada sus restos
carbonizados comenzaron a caer en la habitación de su vecino del piso de abajo,
a través de un hoyo quemado en el suelo de madera. El novelista Charles Dickens
utilizo el tema en su novela “Bleak House”, en la que hizo morir a uno de sus
personajes de esta manera tan dramática, empleando como recurso literario los
detalles del caso de la condesa di Bandi.
El doctor J.Bentley, médico retirado, vivía en la planta baja de un
edificio en Coudersport, Pennsylvania.
En la mañana del 5 de diciembre de 1966, Don Gosnelí entró en el sótano
del edificio para leer el contador del gas. En el sótano flotaba un humo azul
claro de olor extraño. Gosnelí descubrió por casualidad, en un rincón, un
montón de cenizas. Nadie había respondido a su saludo al entrar, de modo que
decidió ir a echar un vistazo al anciano. En el dormitorio había el mismo humo
extraño, pero ni rastro de Bentley. Gosnelí miró en el cuarto de baño y se
enfrentó con una visión que no olvidará nunca.
El suelo estaba quemado y en él se abría un enorme hoyo por donde se
veían las tuberías y vigas que había quedado al descubierto. Al borde del hoyo
vio una pierna marrón, desde la rodilla hasta abajo, como la de un maniquí. ¡No
miró más! Gosnelí huyó del edificio a toda prisa, y fue a dar parte de su
macabro descubrimiento.
El bombero Jack Stacey, acudió al incendio de un inmueble abandonado de
Londres. La casa no tenía señales de daños por fuego, pero cuando Stacey
examinó su interior, se encontró el cuerpo en llamas de un vagabundo al que
conocía como Bailey. Tenía una hendidura de unos diez centímetros en el abdomen
-recuerda Stacey-. Las llamas salían por ella con fuerza, como un soplete. Para
apagar esta violenta llama, Stacey dirigió el chorro de la manguera al cuerpo
del vagabundo, extinguiendo -dijo- la llama en su origen. No hay duda de que el
fuego se inició en el interior del cuerpo.
No llegó a saberse la causa real del incendio. En el edificio no había
gas ni electricidad, y no se encontraron cerillas. Incluso en el caso de que el
vagabundo hubiese dejado caer un cigarrillo encendido sobre sí mismo, se ha
demostrado que no habría sido suficiente para producir una llama tan
destructora.
El mes de Enero de 1980 en Gwent, Reino
Unido el detective John Heymer, agente del Departamento de Investigación
Criminal fue requerido para investigar un caso. Cuando entró en el salón de la
casa lo primero que le sorprendió fue el calor sofocante y la humedad en la
sala, así como el tinte anaranjado de la luz que iluminaba lo que quedaba del
Sr. Thomas, un anciano de 73 años.
En la alfombra había un montón de
cenizas blancas en el centro, en un extremo yacían un par de pies enfundados en
sus medias, y en otro una calavera ennegrecida. La luz de la bombilla desnuda
se mezclaba con la del día, pero lo que le daba el tinte anaranjado era la fina
capa de carne vaporizada y condensada que lo cubría todo en la habitación. Lo
extraño del caso es que la habitación no presentaba señales de incendio, tan
sólo parte del sillón en el que se hallaba sentada la víctima y la alfombra
bajo la que se hallaban los restos, que tan sólo estaba chamuscada unos pocos
centímetros.
Otro caso ocurrio en Londres en el año
de 1982 Jeannie Saffin, una mujer disminuida mentalmente, ardió en llamas
mientras estaba sentada en una silla de madera en la cocina de su casa. Su
padre, que estaba sentado cerca, vio un destello luminoso. Al girarse hacia
Jeannie, observó que estaba envuelta en llamas, pero Jeannie no gritaba ni se
movía. Su padre la empujó hacia el lavadero y llamó a su yerno, que corrió a la
cocina para ver qué pasaba. Ambos pudieron apagar las llamas, pero Jeannie
murió más tarde en un hospital.
SOBREVIVIENTE QUEMADO
Unos recientes informes forenses demuestran que las víctimas de la CHE
habían inhalado grandes cantidades de humo, sugiriendo que solo se producía en
personas vivas. Afortunadamente, las víctimas parecían adormecerse al iniciarse
la combustión.
El caso de Jack Angel parece ser una prueba de ello. En 1974, en
Georgia, Estados Unidos, Angel se fue a dormir y despertó cuatro días mas tarde
con unas quemaduras tan horribles que fue necesario amputarle el antebrazo
derecho. Por otra parte, el pijama y las sabanas de la cama estaban intactos y
no sintió ningún dolor hasta varias horas después de haber recuperado la
conciencia. Angel no pudo recordar como se hizo las lesiones, incluso bajo regresión
hipnótica.
La Combustión Espontanea sigue siendo un misterio para la ciencia, a
pesar de las muchas teorías que se proponen todavía no hay una explicación valida,
del porque ese fenómeno.