Todos hemos escuchado o leido relatos o leyendas de fantamas, ya sea por familiares o amigos, aqui pretendo transcribir algunas historias de cada estado, pero si alguno de ustedes tiene algunas no duden en compartirlas con nosotros.

viernes, 27 de abril de 2012

PUEBLOS MALDITOS - Belchite



Situado a 45 kilómetros de Zaragoza, Belchite Viejo fue uno de los pueblos más castigados por la Guerra Civil Española. El pueblo entero se convirtió en un campo de batalla y se estima que en tan solo 15 días murieron hasta 3.000 personas. Tanto los combatientes como los vecinos del pueblo sólo se lamentaban, espantados, preguntándose así mismos que les iba a pasar, que iba a ser de ellos.

Todo indica que esas almas atormentadas y esos lamentos espeluznantes aún permanecen atrapados en sus ruinas. Allí se han conseguido grabar psicofonías realmente terroríficas. Éstas son estremecedoras, recreando la guerra o mejor dicho como si la guerra aún continuase para ellos, una guerra sin fin, una guerra que aún hoy podemos escuchar en ellas. En ellas aún se escucha el dolor, se siente la desesperación...

Rumores aseguran haber notado extrañas presencias. Otras leyendas de la época dicen haber visto formas fantasmales vagando por el pueblo.

La mayor muestro de la maldición de Belchite son la gran cantidad de psicofonías conseguidas allí: desde voces humanas que gritan, súplicas de ayuda o de piedad o, incluso, un avión dejando soltar una bomba y el estruendo de la misma.
Pero entre todas las leyendas que existen del pueblo de Belchite, hay una que es extremadamente terrorífica:

Se cuenta que un grupo de parapsicólogos había ido a Belchite a investigar e intentar grabar algo realmente esclarecedor. Después de pasear por el pueblo buscando sitios inquietantes dónde empezar a grabar, se decidieron por la iglesia ya que ésta había sido la prisión improvisada de los soldados cogidos del otro bando.

Entraron y antes de empezar las grabaciones oyeron una voz masculina que, con un fuerte acento baturro, decía “Sacadme de aquí...Sacadme de aquí...¡¡SACADME DE AQUÍ!! Emocionados, todo el grupo empezó a enchufar las grabadoras y a tomar notas, haciendo caso omiso de lo que la voz les decía. Fue en ese preciso instante cuando la misma voz, con un tono enojado e impaciente, empezó a gritarles que se fueran. "¡¡Largo de aquí!! ¡¡LARGO!!"
Alarmados, todos abandonaron la iglesia. Un trozo de techo se desplomó, justo encima del lugar donde habían estado grabando...

Hoy día el pueblo está desierto, sin vida. Sólo están las ruinas tal y como quedaron después de aquella guerra civil de 1936.


jueves, 26 de abril de 2012

LEYENDA URBANA- Retratos Malditos

Bruno Amadio era un pintor italiano de la época de la dictadura de Mussolini que después de la 2ª guerra mundial se afincó en España y la leyenda negra de este pintor comienza a partir de aquí.

Se cuenta que las obras de Amadio tenían muy poca atracción entre el público y nadie compraba sus cuadros, hizo un pacto con el diablo para que la racha negativa de sus cuadros cambiara pero, a cambio, el diablo también obtendría su recompensa, pero no le dijo cual.

Tras esto, Amadio, confiado, volvió a crear cuadros, haciendo así los denominados “niños llorones”: cuadros que representan a niños y niñas de muy corta edad llorando y con un gesto entre lo lindo y lo tétrico.

En dichos cuadros, Giovanni Bragolin, pues con este nombre firmaba sus trabajos, pretendía mostrar el horror de la guerra en las lágrimas de esos niños desdichados y huérfanos, símbolo más que gráfico de las desgracias que dejaba el conflicto bélico allí por donde pasaba.

Cuenta la historia que Bruno Amadio pintó un total de 27 cuadros en esta serie y que todos los niños vivían en orfanatos o casas de beneficiencia al finalizar la guerra, Amadio se traslada a vivir a España; primero a Sevilla, donde pasa varios años de su vida y más tarde a Madrid, donde se le pierde totalmente el rastro.

De la noche a la mañana, sus cuadros se hicieron muy populares y a mediados de siglo eran un tesoro preciado del que se hacían cientos de reproducciones todos los años. En algún lugar debió de ocurrir un incendio en el que lo único que se salvó fue el cuadro del niño llorón y aquí fue donde se desencadenó la leyenda que conocemos hoy en día. Las casas donde se cuelga uno de estos originales arden en llamas y son fuente de misteriosos poltergueist y fenómenos extraños.

En una de las versiones de la leyenda se cuenta que el primer cuadro que pintó Bruno, se quedó en el mismo orfanato de dónde era el niño retratado y que dicho orfanato ardió hasta los cimientos a los pocos días, todos murieron abrasados, incluso el propio niño que fue pintado por Amadio en el cuadro que, misteriosamente, fue el único objeto que no fue pasto de las llamas. De esto modo, el espíritu del niño quedó atrapado de algún modo en el lienzo que arrastraría la terrible maldición por el resto de los días.

Al final de los años setenta la leyenda se extendió como la pólvora y los testimonios sobre la mala suerte de todos aquellos que poseían uno de los cuadros de la colección se multiplicaban por momentos. Nadie quería tener uno de estos cuadros en su casa y las copias dejaron de realizarse por falta de pedidos, “por si acaso”, todos fueron descolgando sus cuadros y arrinconándolos en los desvanes si no deshaciéndose de ellos lo más rápido posible.

Cuentan, que en determinadas fechas, si uno se ponía delante del niño llorón podía pactar con el diablo, y éste te podía mirar directamente a los ojos a través de los enrojecidas y llorosa mirada del niño.

Hoy en día todavía quedan muchos de sus cuadros en circulación, y todavía son muchos los que aseguran que en sus hogares suceden hechos extraños.

LEYENDA URBANA- El Rompecabezas





Una familia de tres (el hijo era adolescente, los padres lo habían tenido a edad madura) adquirió un rompecabezas de madera en una tienda de antigüedades. Armar rompecabezas era su pasatiempo favorito; solían jactarse de haber completado, a veces en una noche, paisajes y demás figuras de más de mil piezas. Eran los típicos rompecabezas comerciales, que en la caja exhiben la imagen que se alcanzará luego de acoplar pieza tras pieza.


En esta ocasión, notaron que el rompecabezas que comprarían parecía datar de hacía mucho tiempo, quizá un siglo, y que no había forma de saber a qué imagen llegarían. El dependiente, un anciano de modales afectados y aparente sabiduría, trató de disuadirlos de comprar aquello, no porque no quisiera venderlo, sino por lo que él había escuchado al respecto. Pero la familia estaba demasiado embelesada como para prestar atención a consejas de viejo; entreoyeron frases como “se termina en una noche”, “el resultado es más que una sorpresa”, etc., pero no les dieron importancia. Asintieron al enterarse de que, al parecer, su creador había sido un criminal ejecutado en Baviera por crímenes singularmente horribles.

Llegaron a casa, el día declinaba, todo parecía propicio para comenzar. Apartaron la mesa de dentro de la sala, se remangaron y pusieron manos a la obra. Al principio hablaban entre sí, pero poco a poco se hundieron en el silencio. Les urgía saber en qué acabarían sus esfuerzos. Esperaban dar forma a un castillo, un paisaje campestre o, en todo caso, una famosa pintura.

Se obsesionaron con terminar. Las piezas de madera, exquisitamente fabricadas y aparentemente infinitas, pasaban precipitadamente por sus manos y se iban incrustando en el lugar correspondiente.

La familia tenía una mascota, un perro faldero, que ladró numerosas veces al escuchar ruidos; pero sus dueños, excesivamente concentrados en su tarea, ignoraron las advertencias del animal.

Pese a que cada vez era más evidente lo que representaba el rompecabezas, alguna fuerza inexplicable les impedía suspender la actividad. Ya se habían reconocido, incluyendo al perro, y quizá la curiosidad los movía a completar la obra para saber si en la escena aparecía alguien más.

No apareció nadie. Los cadáveres (brutalmente mutilados) de la familia y la mascota fueron hallados en la cocina, reproduciendo perfectamente el rompecabezas que terminó adornando el centro de la sala. La policía fue incapaz de deducir lo ocurrido y, desde luego, jamás encontró al responsable.
El destino del rompecabezas es desconocido.

FUENTE: www.leyendas-urbanas.com

miércoles, 25 de abril de 2012

ESPECIAL El caso de las personas que arden por si solo

Existe un extraño caso cuando de repente y sin ninguna causa aparente el cuerpo humano arde hasta llegar a la desintegración, aunque algunas veces solo quedan algunos huesos o partes del cuerpo, lo más extraño es que los objetos que se encuentran alrededor de la victima solo sufren ciertos daños.


Conocida como Combustión Humana Espontanea (CHE) este acontecimiento sigue siendo un misterio para la ciencia al no saber cuál es la causa principal que provoca que el cuerpo humano se convierta en segundos en cenizas, esto debido a que pasan horas antes de que se descubra la víctima y dado que no existe un testigo ocular es más difícil identificar que pudo haber ocurrido anteriormente.

Hay ciertas características comunes que ocurren cuando hay un caso de Combustión Espontanea:
  • El fuego suele estar localizado en el cuerpo de la víctima. Los muebles y electrodomésticos cercanos a la víctima suelen quedar intactos. Los alrededores de la víctima sufren poco o ningún daño.
  • La zona alrededor de la víctima y, a veces el resto de la habitación, se encuentra cubierta de un hollín graciento.
  • El cuerpo de la víctima suele quedar mucho más quemado que en un incendio convencional. Las quemaduras, sin embargo, no se distribuyen uniformemente por todo el cuerpo. El torso suele quedar muy gravemente dañado, a veces reducido a cenizas, pero las extremidades de las víctimas a veces quedan intactas o poco dañadas.
  • Todos los casos ocurren en el interior de edificios.
  • Casi siempre las víctimas tienen algún problema de movilidad (invalidez, sobrepeso...) o se encuentran incapacitadas (consumo de alcohol, barbitúricos...).
  • En todos los escenarios hay alguna posible fuente externa de ignición.
  • Nunca hay testigos oculares del momento del suceso.
  • Las víctimas son encontradas un largo tiempo después de ser vistas con vida por última vez (típicamente más de 6 horas).
  • Las víctimas, en los casos citados, tienden a ser adultos mayores.
Existen varias explicaciones rechazadas por la ciencia por considerarlas improbables, solo dos hipótesis son por el momento aceptadas para explicar la Combustión Humana. 

EL EFECTO MECHA

A pesar del nombre de “espontánea”, lo cierto es que nunca ha habido testigos presenciales del momento de la ignición y en todos los casos con suficiente información transcurrieron varias horas desde que la víctima fue vista por última vez y el descubrimiento del cadáver. El efecto mecha fue propuesto por D. J. Gee en 1965 como explicación de la muerte de una mujer.

El efecto mecha (o efecto vela) se produce cuando la ropa de la víctima se prende con alguna fuente de ignición externa. Si se dan las condiciones adecuadas, este primer fuego quema la piel y empieza a derretir la grasa corporal. Esta grasa es absorbida por la ropa, que actúa como la mecha de una vela, alimentando el fuego de forma constante durante horas. La grasa humana arde a 215 °C aunque, si está embebida en una mecha puede arder a una temperatura menor.  Aunque esta temperatura es mucho menor que la utilizada en hornos crematorios, en estos la temperatura está optimizada para incinerar un cuerpo en poco tiempo, y temperaturas menores pueden conseguir el mismo efecto si actúan durante bastante tiempo.

J. D. De Haan del Instituto Criminalista de California, un experto forense en incendios y autoridad sobre el efecto mecha, ha estudiado, explicado y reproducido el efecto con éxito y divulgado sus experimentos en documentales para la BBC y National Geographic Channel.

En el experimento de De Haan, un cerdo fue envuelto en una manta y situado en una habitación simulada. Se vertió una pequeña cantidad de gasolina sobre la manta para iniciar el fuego. Tras prender la gasolina, los investigadores dejaron arder la manta por sí misma. La temperatura del fuego fue medida regularmente y era de sólo unos 800 °C. A medida que el fuego quemaba la piel del cerdo, su grasa subcutánea se derretía, fluyendo hasta la manta. La médula ósea, que contiene gran cantidad de grasa, también contribuyó al fuego. El mobiliario de alrededor no sufrió daños, aunque se fundió la carcasa de plástico de un televisor situado sobre un aparador. El fuego hubo de ser apagado manualmente después de siete horas, cuando la mayor parte del cuerpo del cerdo había sido reducida a cenizas.

Con este experimento, los investigadores de la BBC explicaron las siguientes características de la combustión espontánea:
  • El fuego está altamente localizado: las llamas tenían menos de 50 centímetros de alto, por lo que el fuego normalmente no se propaga a los muebles cercanos.
  • El cuerpo resulta severamente quemado: el fuego, relativamente no muy caliente, puede arder durante un largo periodo de tiempo, como ocurrió, al ser alimentado por la propia grasa corporal de la víctima, lo que explica por qué el cuerpo puede arder durante tanto tiempo.
  • Los electrodomésticos situados sobre aparadores o similares no se incendian: el fuego calentó continuamente el aire y produjo una corriente de convección, pero los objetos circundantes no se quemaron, fueron solamente afectados como en los escenarios conocidos: derretimientos de plásticos, etc.

FUEGO POR DESCARGA ESTATICA

Esta teoría afirma que bajo ciertas circunstancias la electricidad estática sube hasta niveles tan peligrosos en el cuerpo humano que una descarga en forma de chispa puede prender las ropas.
El límite inferior para que una descarga eléctrica pueda ser percibida por un ser humano es de 3000 voltios. Los fenómenos de descarga de electricidad estática son a veces la causa de averías en componentes electrónicos, cuando estos son manipulados por un operario con carga electrostática. Caminar por una alfombra puede crear una diferencia de potencial de 1.500 a 35.000V.

Las descargas de electricidad estática pueden prender los gases de hidrocarburos en las gasolineras, y son una de las posibles causas de explosiones en las mismas que popular pero erróneamente se creen causadas por las radiaciones de los teléfonos móviles. El 70% de estos sucesos ocurren en un clima frío y seco, que favorece la carga de electricidad estática.

El fenómeno de enormes cargas estáticas en cuerpos humanos fue advertido por primera vez por el profesor Robín Beach del Instituto Politécnico de Brooklyn. El profesor Beach creía que alguna persona podía llegar a acumular la suficiente carga estática como para prender materiales inflamables al contacto con su cuerpo. Aunque propuso esto como una posible causa para los casos de combustión espontánea, Beach no creía que hubiera una relación con la presunta combustión espontánea genuina, puesto que ninguna forma conocida de descarga electrostática podría hacer que los tejidos de cuerpo humano ardiesen. Sí creía que una descarga estática lo suficientemente fuerte podía provocar la ignición de polvo o pelusa en la ropa.
John E. Heymer da en su libro The Entrancing Flame dos ejemplos de supervivientes de descargas estáticas potencialmente fatales, ambos con testimonios oculares. Los testimonios aparecen como declaraciones escritas y firmadas, omitiendo algunos detalles para preservar la intimidad de los testigos. Dichos casos son:
  • Debbie Clark, quien en septiembre de 1985 observó que ráfagas de luz azul emanaban ocasionalmente de su cuerpo.
  • Susan Motteshead,  quien en el invierno de 1980 sufrió un incendio espontáneo de sus ropas, según el testimonio de su hija.

CASOS CONOCIDOS DE LA COMBUSTION ESPONTANEA

El primer caso conocido ocurrio en el año 1673 en Paris, Francia,  cuando un ciudadano anónimo y según parece alcohólico, fue reducido a una pila de cenizas y unos pocos huesos de los dedos, pero la cama de paja en la que murió quedó intacta.

La muerte de la condesa Cornelia Bandi, de 62 años, acaecida en abril de 1731 cerca de Verona, es uno de los primeros informes fiables de Che. Según parece, la condesa se había acostado después de cenar y se quedó dormida después de conversar varias horas con su doncella. Por la mañana, la doncella volvió a despertarla y presenció una escena horripilante. La habitación estaba cubierta de hollín y el suelo cubierto de un líquido pegajoso; de la parte inferior de la ventana goteaba un extraño líquido amarillo y grasiento, que hedía de forma poco usual. La cama, que no había sufrido daños, tenía las sábanas vueltas, indicando que la condesa se había levantado. A un metro y medio de la cama había un montón de cenizas, dos piernas intactas, con medias, entre las que yacían el cerebro, la mitad de la parte trasera del cráneo, el mentón y tres dedos ennegrecidos. Todo el resto eran cenizas que si se tocaban dejaban en la mano una humedad grasienta y hedionda.

En Inglaterra el cuerpo de la Sra. Peacock  fue descubierto cuando a las dos de la madrugada sus restos carbonizados comenzaron a caer en la habitación de su vecino del piso de abajo, a través de un hoyo quemado en el suelo de madera. El novelista Charles Dickens utilizo el tema en su novela “Bleak House”, en la que hizo morir a uno de sus personajes de esta manera tan dramática, empleando como recurso literario los detalles del caso de la condesa di Bandi.


El doctor J.Bentley, médico retirado, vivía en la planta baja de un edificio en Coudersport, Pennsylvania. 

En la mañana del 5 de diciembre de 1966, Don Gosnelí entró en el sótano del edificio para leer el contador del gas. En el sótano flotaba un humo azul claro de olor extraño. Gosnelí descubrió por casualidad, en un rincón, un montón de cenizas. Nadie había respondido a su saludo al entrar, de modo que decidió ir a echar un vistazo al anciano. En el dormitorio había el mismo humo extraño, pero ni rastro de Bentley. Gosnelí miró en el cuarto de baño y se enfrentó con una visión que no olvidará nunca.

El suelo estaba quemado y en él se abría un enorme hoyo por donde se veían las tuberías y vigas que había quedado al descubierto. Al borde del hoyo vio una pierna marrón, desde la rodilla hasta abajo, como la de un maniquí. ¡No miró más! Gosnelí huyó del edificio a toda prisa, y fue a dar parte de su macabro descubrimiento.


 
El bombero Jack Stacey, acudió al incendio de un inmueble abandonado de Londres. La casa no tenía señales de daños por fuego, pero cuando Stacey examinó su interior, se encontró el cuerpo en llamas de un vagabundo al que conocía como Bailey. Tenía una hendidura de unos diez centímetros en el abdomen -recuerda Stacey-. Las llamas salían por ella con fuerza, como un soplete. Para apagar esta violenta llama, Stacey dirigió el chorro de la manguera al cuerpo del vagabundo, extinguiendo -dijo- la llama en su origen. No hay duda de que el fuego se inició en el interior del cuerpo.

No llegó a saberse la causa real del incendio. En el edificio no había gas ni electricidad, y no se encontraron cerillas. Incluso en el caso de que el vagabundo hubiese dejado caer un cigarrillo encendido sobre sí mismo, se ha demostrado que no habría sido suficiente para producir una llama tan destructora.


El mes de Enero de 1980 en Gwent, Reino Unido el detective John Heymer, agente del Departamento de Investigación Criminal fue requerido para investigar un caso. Cuando entró en el salón de la casa lo primero que le sorprendió fue el calor sofocante y la humedad en la sala, así como el tinte anaranjado de la luz que iluminaba lo que quedaba del Sr. Thomas, un anciano de 73 años.

En la alfombra había un montón de cenizas blancas en el centro, en un extremo yacían un par de pies enfundados en sus medias, y en otro una calavera ennegrecida. La luz de la bombilla desnuda se mezclaba con la del día, pero lo que le daba el tinte anaranjado era la fina capa de carne vaporizada y condensada que lo cubría todo en la habitación. Lo extraño del caso es que la habitación no presentaba señales de incendio, tan sólo parte del sillón en el que se hallaba sentada la víctima y la alfombra bajo la que se hallaban los restos, que tan sólo estaba chamuscada unos pocos centímetros.

Otro caso ocurrio en Londres en el año de 1982 Jeannie Saffin, una mujer disminuida mentalmente, ardió en llamas mientras estaba sentada en una silla de madera en la cocina de su casa. Su padre, que estaba sentado cerca, vio un destello luminoso. Al girarse hacia Jeannie, observó que estaba envuelta en llamas, pero Jeannie no gritaba ni se movía. Su padre la empujó hacia el lavadero y llamó a su yerno, que corrió a la cocina para ver qué pasaba. Ambos pudieron apagar las llamas, pero Jeannie murió más tarde en un hospital.

SOBREVIVIENTE QUEMADO

Unos recientes informes forenses demuestran que las víctimas de la CHE habían inhalado grandes cantidades de humo, sugiriendo que solo se producía en personas vivas. Afortunadamente, las víctimas parecían adormecerse al iniciarse la combustión.

El caso de Jack Angel parece ser una prueba de ello. En 1974, en Georgia, Estados Unidos, Angel se fue a dormir y despertó cuatro días mas tarde con unas quemaduras tan horribles que fue necesario amputarle el antebrazo derecho. Por otra parte, el pijama y las sabanas de la cama estaban intactos y no sintió ningún dolor hasta varias horas después de haber recuperado la conciencia. Angel no pudo recordar como se hizo las lesiones, incluso bajo regresión hipnótica.


 
La Combustión Espontanea sigue siendo un misterio para la ciencia, a pesar de las muchas teorías que se proponen todavía no hay una explicación valida, del porque ese fenómeno.